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8 sept 2017

La niña rosa y el silbato marinero

1 A.M: La niña roja se vuelve rosa de desvelo y queda rosa para siempre.
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2 A.M: La niña rosa otra vez desvelada.
Un silbato marinero la hechiza con su canto de sirena.
Los marineros pueden tener una niña rosa en cada puerto pero a un solo amor le abren la  puerta.
A veces una niña rosa encuentra un hueco y entra creyendo que es un abrazo.
Es sólo un agujero que crea el marinero cuando se fascina de verdad con un poema o unos ojos.
Pero la niña deseante mete la pata hasta las muelas.
Después de chupar un poquito el pie rosado, el marinero teme indigestarse porque el hueco ya está  lleno y la renguita  quiere ser comida.
Entonces, con brutal delicadeza se saca la pata de la boca y le aconseja a la niña que busque  una boca nueva, que las niñas rosas son deseables y entre los saldos de temporada nunca  le va a faltar algún hambriento.
Se remienda los amores, se los ajusta a medida y los exhibe a la niña con la elegancia de Donne sotto le stelle in Piazza Spagna.
Anuncia que de acá hasta acá lo que fue verdad pero no conviene será declarado ilusión óptica y se aleja de la niña rosa sin rozarla.
Ella, tan bestia como etérea, se despide
con  palabras lilas,
con caricias envueltas en seda violeta,
con  perfume de lavanda.
Ella, tan tosca como bestia huye corriendo con el pie en la mano y la tibia al hombro para no estrujarse los pechos, clavarse los dientes en los pezones
y fisurar planetas con sus llantos.
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Niña rosa, niña rosa...
olvidate de silbatos,
ahogate en un mar de leche pura
no derramada,
sacudite los desvelos
y andate a dormir tranquila.
Sabés claramente como son las cosas
y no por ser rosa
y no por ser niña



...por ser marinero.

Ofra Amit

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